¿Estamos bien informados? ¿Tenemos una percepción realista de la incidencia de la pederastia en nuestro tejido social? Si no atenemos a las informaciones que se recogen en los medios, parecería lógico concluir que las redes de pederastia que actúan en Internet, así como los abusos sexuales cometidos por miembros de la iglesia componen casi el total de los abusos sexuales que afectan a los menores. Pero ¿es eso realmente así? No. Rotundamente no es así. Se estima que entre el 80% y el 90% del total de los abusos sexuales se llevan a cabo por alguien cercano al entorno del niño; cuidadores, maestros, amigos de la familia… de los cuales un 60% corresponderían a familiares. Según mis propias cifras, más modestas pero absolutamente fiables, los abusos familiares están en el 66% y los que incluyen familiares y conocidos del entorno del menor rondan el 95%.
¿Por qué, entonces, se traslada esa idea a la sociedad? En primer lugar porque las redes de pederastia son un fenómeno emergente, novedoso y que, sin duda va en auge, lo que le añade un plus de interés a la noticia. También soy consciente de que las cifras, en un futuro próximo, puedan sufrir variaciones debido a la nueva realidad que nos toca vivir, pero aún así las diferencias estarán muy alejadas de lo que se nos está transmitiendo. El principal enemigo continúa estando en casa.
Con el clero sucede otro tanto parecido. Aquí también nos enfrentamos con una situación con connotaciones especiales; y es que uno esperaría un comportamiento ejemplar de una institución como la religiosa, por eso, cuando aparecen algunos casos de los que todos hemos oído hablar, la noticia se amplifica de un modo espectacular. Y no sólo por proceder de donde proceden, sino también porque los agresores acostumbran a abusar de muchos niños, lo cual convierte al victimario en un personaje especialmente repugnante a ojos del ciudadano y en una noticia especialmente golosa para el periodista.
Que quede muy claro que no es mi intención minimizar los hechos, y aunque la iglesia no está entre mis causas, no por ello debe perderse la objetividad ni alentar percepciones erróneas. Sólo un dato de mi cosecha: de los cientos de casos que he conocido, únicamente tres estaban relacionados con un sacerdote. De ello puede extraerse que la incidencia del clero en el total de los abusos es pequeña, aunque su repercusión sea grande. A partir de ahí debemos luchar por todos los casos, independientemente del lugar de procedencia. Un abusador es siempre un abusador.
La información que nos llega vs La realidad
Publicado por
Joan Montane
lunes, 3 de noviembre de 2008
Hola Joan,
Te escribo en este post como podŕia haberlo hecho en cualquier otro.Es loable y admirable lo que haces.Merece la pena pasarse por aquí pues ,como tú bien sabes, a nadie deja indiferente.Para ser sincero, aunque parezca mentira, es necesario ser valiente.Tú eres las dos cosas.
Un saludo lleno de admiración.
tienes razón, no es tirar todo a la iglesia, pero debo decirte que un sacerdote que abusa de su condición de tal tiene doblemente culpa. No todos los sacerdotes son así, a pesar de no pertenecer a una iglesia he tenido el gran gusto de conocer seres adorables.
Los que desconocemos tendemos a tirar la culpa a los demás, siempre me pregunto donde está la mamá del niño, pero que he sido educada para que si me pasaba con mis hijas denunciara el hecho.
Encuentro reticencia en algunas personas, me dicen exagerada!!!, no me importa, es preferible dar información desde pequeños y lo voy a seguir sosteniendo hasta el día que me toque irme a otro lado...ha viajado, en conferencias, no sé si tu libro está por aquí, pero si ha recalado en Buenos Aires se lo puede pedir...ya andaré por las librerías y te contaré que se dice...besos a la familia!!!