A modo de introducción apuntar que Mila sufrió abusos por parte de tres de sus hermanos y que escribió una carta a cada uno de ellos. Las tres son bastante parecidas, por lo que considero que una de ellas nos basta para hacernos a la idea de lo terrible que fue la experiencia y dejando claro que el dolor, si ello es posible, debe multiplicarse por tres.
Llevo años queriendo escribir esta carta. Imagino que te habrás dado cuenta, pero por si acaso te lo digo explícitamente, hace tiempo que dejaste de ser mi hermano. Y te voy a explicar por qué, aunque igual te lo imaginas, no lo sé.
No te puedes hacer a la idea, ni por un momento, del daño que me has hecho y por eso te lo voy a contar, aunque quiero aclararte que ya no te odio y la verdad, te he odiado mucho, durante muchos años, pero ya no, ahora lo que siento es indiferencia. No sé por qué me hiciste aquello de pequeña, tenlo claro, abusaste de mí para tu satisfacción ¿durante cuánto tiempo? ¿Diez años? Sé que terminó cuando te casaste (yo tenía 15), pero no tengo claro si empezó con cinco, con seis, aunque creo que da igual, ¿ni aún ahora te parece una aberración? ¿No podías haber satisfecho tus “necesidades” de otra manera más normal? ¿Sabes? Lo que hiciste fue un delito, tú lo sabes, además despreciado hasta por lo peor que hay en las cárceles que, por otro lado, es donde deberías estar. Lo que no sé si sabías era el daño que me ibas a causar (prefiero pensar que no).
Por tu culpa he padecido unas secuelas horribles durante muchísimo tiempo. Aún me quedan algunas, pero muy pocas y bastante leves, la verdad. Pero he pasado un verdadero infierno hasta llegar a este punto. Me destrozaste la vida, la infancia, porque jamás debió estar llena de esos “juegos” (que no eran juegos, se llama incesto) sino de otros más apropiados para una niña tan pequeña, y la adolescencia porque era una realidad tan difícil de asumir que casi me vuelvo loca. He planeado mi suicidio unas cinco veces, menos mal que al final no lo hice. He estado en terapia tres años, tres putos años reviviendo los abusos que tú cometiste, para poder superar el trauma. Y muchos más años angustiada, pensando ¿por qué a mí? ¿Por qué nadie me ayudó? ¿Por qué no te diste cuenta de que aquello no estaba bien, puesto que tú eras el adulto? ¿Por qué no dije que no? ¿Por qué no te pegué una patada en los huevos y salí corriendo de allí? O simplemente, ¿por qué lo hiciste? Anulaste mi personalidad, me manipulaste, me hiciste creer que aquello estaba bien, que me gustaba (¡qué repugnante, por favor!).
Como bien sabes, pertenezco a una asociación que lucha contra los abusos sexuales en la infancia, ¡qué bien disimulaste cuando Narciso te vendió la lotería, como si no fuera contigo! No hace falta que disimules, él lo sabe. Te la vendió por propia iniciativa, yo le dije que si podía vender un poco, pero evidentemente tú no entrabas en mis planes, imagino que él quería ver la cara que ponías. Y la llamada que te hicieron desde la asociación, la escuchamos todos sus miembros… se te da bien disimular, pero la persona que te llamaba sabía quién eras tú.
Estoy muy informada de los mecanismos que utilizáis los agresores para abusar de las víctimas sin utilizar la fuerza, simplemente manipulando (tampoco te sería muy difícil convencer a una niña tan pequeña ¿verdad?). Pero el simple hecho de que no hubiera violencia no te exime de la culpa, es simplemente otro delito, si lleva violencia es agresión y si no la lleva, abuso. Por eso te he dicho que tú abusaste de mí. ¡Qué bien te cubrías las espaldas! ¿Te acuerdas? “no se lo digas a los papás, que sino te reñirán”… no es difícil convencer a una niña tan pequeña, cuando a esa edad nos creemos que los reyes magos vienen volando en camello a traernos los regalos de navidad ¿eh?
Hay víctimas de abusos sexuales en la infancia que olvidan lo sucedido incluso durante años y luego van teniendo recuerdos. Quiero aclararte que, por suerte o por desgracia, no es mi caso, recuerdo perfectamente cada uno de los detalles del abuso, siempre los he recordado y creo que siempre los recordaré. Así que puedes ahorrarte respuestas del tipo "fue un juego" o "no fue para tanto" o "te lo estás inventando o imaginando", porque te lo digo muy en serio, te dejarán en peor lugar del que estás. Y por si se te ocurren respuestas del tipo "yo nunca te obligué" o "no usé la fuerza" te repito que en caso de usar violencia se trataría de agresiones sexuales y yo te estoy acusando de abusos sexuales, en los que no entra en juego la violencia sino la manipulación, el chantaje emocional, etc. No eres menos culpable por eso, sino simplemente eres culpable de un delito diferente.
Estaba muy asustada. Cuando llegamos ya estaba todo preparado; un ventilador, el colchón en el suelo con las sabanas nuevas, no sé cuantas revistas y películas nuevas.
Hizo que me quitara la ropa y que me acostara. Empezó a tocarme. Me dijo que me tranquilizara y que iba a ponerme a punto para el gran momento, pero yo no me podía tranquilizar. Estaba muy asustada. Entonces cogió un montón de vaselina, me la puso, y se subió encima. Me asusté y empecé hacer fuerza para salir de debajo de él. No podía, era muy grande y pesaba mucho. Lo intentó y me hizo mucho daño. No sé si llegó a penetrarme, aunque fuera un poco, la cuestión es que conseguí salir de debajo de él, no recuerdo cómo. Me fui a una esquina de la habitación y empecé a llorar. Le dije que me había hecho mucho daño. El se enfadó mucho y me dijo que muchas chicas de mi edad que ya eran madres, que tenía una cría como hija y que le había decepcionado.
Volvió a intentarlo en días posteriores, pero no pudo. Así que con el tiempo lo dejó pasar. Pero llegó el siguiente cumpleaños y me lo hizo prometer otra vez. Y otra vez volvió a pasar lo mismo. Esta vez se enfadó más. Volvimos a la rutina de siempre y al cumplir los 17 nuevamente pasó lo mismo. Volvió a enfadarse y su trato hacia mí empeoró. Todos los días me lo tiraba en cara; que era una cría, que nadie querría estar nunca conmigo. Cada vez que pasaba por su lado, o cada vez que me daba un beso me decía: “ya estas preparada, tengo muchas ganas de follar contigo” y cosas así, no sé cuantas veces al día.
Cada vez me sentía más agobiada. Los sábados eran horribles. En realidad no me obligaba físicamente a que lo hiciéramos, siempre decía que lo había comprendido, y que cuando estuviera preparada ya lo haríamos.
A veces me resulta difícil ubicar en el tiempo todos los detalles. Recuerdo, no sé si antes del intento de penetración, que me decía que su mayor ilusión era que encontrase un novio y me casase. De este modo, cuando mi marido fuera a trabajar, él iría a mi casa para hacerme disfrutar, que siempre tendría un hueco para él.
No podía quitarme de la cabeza el “te voy a follar”. Me torturaba aquel pensamiento; pensar que incluso cuando me casara lo tendría siempre encima. Tenía mucho miedo.
En tercero de Formación Profesional me iban fatal todas las asignaturas, pero en la clase de religión, el profesor (un cura) siempre hablaba de temas de actualidad, como las drogas y temas así. Un día nos hizo hacer un trabajo sobre temas como la inseminación artificial, el aborto y cosas de este estilo. Recuerdo que me hizo salir a mí. Llevaba un chicle en la boca y no me entendían cuando hablaba. Se burlaron de mí y él me defendió.
Es un cura que cae mal a mucha la gente, a veces se pasa de burlón y también es bastante fanfarrón, pero a mí me ayudó en ese momento y en él encontré la puerta de escape a mi problema.
Al final del curso, unos días antes de mi cumpleaños, ya con casi 18 años, la presión de mi padre era tal que ya no pude aguantar más. Tenía mucho miedo a que llegara el día de mi cumpleaños. Ya sería mayor de edad y quería creer que cambiarían las cosas, pero no estaba segura de que me dejara en paz respecto a la penetración, o si esta vez se enfadaría de verdad y me violaría.
Hice acopio del escaso valor que aún me quedaba y me fui a hablar con el cura. Le dije que quería hablar con él, que era importante. El dejó lo que estaba haciendo y nos fuimos a una habitación a solas. Me preguntó que quería, pero yo no me atrevía a decirle nada. Me dijo que algo debía estar ocurriendo y que no estaría tan nerviosa por nada, así que empezó a preguntar: “¿Es algo con algún amigo?” -le dije que no- “¿Con algún familiar?” Le respondí que sí, y de este modo, a base de preguntas más o menos sutiles, consiguió sacármelo todo.
Le rogué que por favor no hablase con nadie, que tenía mucho miedo. Él me dijo que se lo tomaba como una confesión y que si no le daba permiso no diría nada. Finalmente me venció la tensión y caí al suelo, no me aguantaban las piernas. El pidió ayuda y me dejó con unas profesoras, tuvieron que agarrarme entre tres o cuatro personas por que no me aguantaba. Después me dieron una tila.
Poco a poco me fui tranquilizando. La directora me dijo que así no podía estar y que iban a llevarme a casa. Les pedí que hicieran conmigo lo que quisieran, pero que por favor no me llevasen allí.
En ese momento llegó el cura, me dijo que había ido a hablar con mi padre y que no lo había negado. Me aseguró que no volvería a pasarme nada, que él mismo se iba a encargar de que no me hiciera nada. Me dijo que hablara con alguien de la familia, que seguro que habría alguien en quien confiar.
Así que al final me llevaron a casa de la novia de un hermano. No quería ver a nadie de la familia, pero mejor ella, que mi padre, mi madre y hermanos. También ella, con preguntas, me sacó todo lo que me pasaba. Me dijo que ella se encargaría de decírselo a mis hermanos, que confiara en ella.
Pero tenía que volver a casa. Cuando llegué, mi padre ya me estaba esperando. Me dijo que estaba loca y que como me había atrevido a decírselo al cura. Dijo que él lo había negado todo y que me culparían a mí. Me sentía fatal, perdí por un momento la vista. Estaba volviendo a perder las fuerzas.
Cogí la puerta y ya no volví.
PROTOCOLO PSICOMÉTRICO DEL MALTRATO PSICOLÓGICO INFANTO-JUVENIL
Quiles I., Martínez O., Rielo A., Raich L, Bassas N., Durán L., Colmenares J., Casas M.
Servicio de Psiquiatría Hospital Vall d’Hebron de Barcelona
XLII Reunión de la AEPIJ Bilbao 31 mayo- 2 junio 2007
Introducción
Los eventos traumatizantes severos producen desórdenes mentales agudos y crónicos en el menor (Terr 1996). Uno de los más severos es el TEPT (A.P.A. 1997, Grimes 1998), diferenciándose según sea puntual (violación, atentado) o crónico (abusos sexuales) (Terr 1991). El TEPT posee una naturaleza definitoria sobre la psicoevolución del menor (Gurwitch 1998). La prevalencia del TEPT infantil es 24% al 70 %, persistiendo en la edad adulta (Shaw 1996).
El DSM IV subdivide en tipos A y B con criterios definidos para adultos y niños, que ayudan especialmente en los casos de corta edad (Scheeringa 1997, A.P.A. 1998).
Desiderandum
Esta comunicación – póster tiene por fin ayudar a la actuación judicial en los casos en que la víctima por su falta de madurez emocional no puede explicitar el agravio sufrido y reivindicar por sí misma sus derechos. Tiene la esperanza de ser una herramienta, concreta y clarificadora para los profesionales lejanos a la psiquiatría y la psicología, que se aproxime a una medición cuantificable del malestar psicológico del menor ante el maltrato
Aboga, en definitiva, por la creación de una Ley Integral contra la Violencia al Menor.
Objetivos generales:
A. Diseñar un protocolo psicométrico cuantificable de maltrato psicológico del menor específico de la primera y segunda, adolescencia.
B. Facilitar a jueces y fiscales una idea clara de la afectación emocional (Trastorno Estrés Postraumático DSM IV- 309.81).
Objetivos específicos:
¿Qué sujetos serían susceptibles de este protocolo? Todos aquellos menores que se hallen en estas circunstancias:
1. Declaración ante el juez imposible o sin peso legal (menores de 0 a 7 años).
2. Sospecha de abusos sexuales sin evidencia física
3. Decisión de custodia y régimen de visitas en divorcio con violencia de género.
4. Bullyng escolar.
¿Qué manifestaciones patológicas serán indicativas de maltrato psicológico?
- Presencia del TEPT (Trastorno de estrés postraumático).
- Regresiones o fijaciones en psicoevolución.
- Niveles de depresión y ansiedad endógena.
- Niveles de aislamiento y falta de recursos sociales.
- Formas comportamentales que indiquen victimización o identificación con el agresor.
Justificación bibliográfica de nuestros objetivos en el protocolo:
1- El menor de 0 a 7 años sin posibilidad de declarar ante el juez:
En el niño de 0 a 7 años el malestar psicológico se traduce en intranquilidad, comportamentalidad y fijaciones o regresiones de las fases evolutivas puesto que la expresión verbal es muy escasa.
De los 3 a los 6 años el niño tiene a encerrarse y negarse a hablar de sus experiencias traumáticas.
Sobre los 7- 9 años que el niño es ya capaz de dar una cronología fidedigna de los acontecimientos y hasta los 12 años a veces el niño no es capaz de dar una narrativa coherente. Pero los adolescentes recurren con mucha más facilidad a la manifestación comportamental que a la explicitación verbal (Ottino 1998).
Los síntomas adultos del TEPT sufren la siguiente reconversión en el niño (Valdivia 2002):
Reexperimentación o flashbacks del suceso traumático en los niños:
Se expresan a través de las pesadillas recurrentes, sueños terroríficos, el juego repetitivo y monótono que representa el hecho traumático, la imitación estereotipada de acciones, frases o gestos que utiliza el maltratador.(Terr 1995, Montt 2001).
Evitación o embotamiento:
Alteraciones de la memoria (Terr 1995, APA 1995). Síndrome de la falsa memoria (Kaplan y Manicagasavar 2005). O en la reducción de intereses, sensación de desapego y restricción de los afectos (Gurwitch 1998).Inhibición en el plano relacional e intelectual (Schmit 2002, Palanca 2005).
Los miedos sobredimensionados serían un ejemplo de la evitación (Terr 1995).
Aumento de la activación o arousal:
La vemos en los ataques de ira, crisis agresivas, dificultades de concentración, estados de hipervigilancia (Gurwitch 1998). Estados de alta hiperactividad confundibles con TDA+H.
En los niños de corta edad estados mixtos emocionales: fases de enorme irritabilidad con cambio rápido a fases de ensimismamiento y repliegue afectivo muy frecuente
Otras manifestaciones muy importantes:
Retrasos en la instauración de las capacidades o regresiones en el desarrollo psicoevolutivo en el área esfinterial, del sueño, del lenguaje. Descompensaciones psicosomáticas que gestionan biológicamente lo que no puede gestionar el aparato mental (Gurwitch 1998, Márquez 2000).Quejas somáticas como manifestación de ansiedad y depresión.
2- Sospecha de maltrato físico o abuso sexual en que la víctima no es capaz de declarar o está coaccionada:
La víctima de abuso sexual y/o de abusos físicos, si tiene conciencia y edad suficientes para sacar a la luz el maltrato, puede estar coaccionada no sólo por maltratador sino por otros miembros de la familia, para evitar el escándalo. Puede haber una intimidación física y/o psicológica, estableciéndose una “ley del silencio” por el bien de la familia (Perrone 1997).Una falta de empatía con la víctima (Lafortune 2001).Las madres pueden tener una actitud ambivalente hacia este hijo-víctima (Guerra Arabolaza 2001).
3- Riesgo de lesión emocional y cronificación en situaciones insidiosas como un proceso judicial de custodia de los hijos y régimen de visitas cuando el motivo de separación es violencia de género:
En estos procesos tan penosos la actuación de la Justicia es, en muchas ocasiones, muy lenta (en España estamos viendo procesos de hasta un año de duración en la decisión de régimen de visitas) que tienen más en cuenta los derechos de paternidad de un padre con una condena penal por violencia de género que los derechos del menor, absolutamente inocente.
El menor tiene derecho a una protección no sólo fisica sino también emocional. Tiene derecho igualmente a ser protegido de influencias e instigaciones de un padre sobre el otro (Síndrome de alienación parental Gardner 1992).
Sloane en el 2005 habla de que la presencia del TEPT en niños será mayor
cuánto más crónico sea el maltrato, cuanto más joven sea el menor, más próximo esté de la violencia y cuanto más conocido sea el agresor ( Osofsky 1995).
Lorente y Pabón piden la revisión de medidas de suspensión de visitas al padre porque afectan a estos hijos que les toca revivir situaciones pasadas.“ Las madres se separan del maltratador, los hijos no”(Lorente citado por Nogueira, El País noviembre 2006).
4- Valoración del maltrato psicológico en una situación de bullyng escolar:
El menor que viva en una situación de maltrato, propia o en una situación vicariante, está expuesto a un ciclo de la violencia semejante al descrito por numeroso autores en la violencia de género: fenómenos del Síndrome de Estocolmo (identificación con el agresor, Walker en 1979) y el mecanismo de generalización (Salberg en el 2000: repetición de conductas semejantes a las que están establecidas en el seno de la familia). Mímesis con los roles del maltratador o de la víctima: Bullyng (Olweus 1978, Jeammet 2002) como posicionarse como víctima de sus iguales tanto en el colegio como en situaciones laborales (mobbing).
Procedimiento: Pasos
1. Consentimiento informado de los responsables del menor.
2. Anamnesis detallada del menor en la que se perfile muy bien sus paso evolutivos y el nivel actual del mismo, haciendo especial hincapié en los aspectos en que estén se observen regresiones de conducta. Y en los acontecimientos desencadenantes del menor y de la familia.
3. Entrevista libre y lo más extensa posible con la víctima, los padres por separado así como terceras personas como parientes de la familia extensa.
4. Protocolo psicométrico para primera y segunda infancia, para la adolescencia
Material
A Entrevistas
Entrevista con el menor víctima si se halla suficientemente maduro para ello.
Entrevista con sus cuidadores:
A1 Rastreo de la situación traumática.
A2 Rastreo de la psicoevolución del menor.
A3 Rastreo de los hábitos familiares
A4 Rastreo de los acontecimientos desencadenantes en la familia.
B Manifestación según la edad de la víctima menor. Tests aplicados según las secuelas psicológicas del maltrato.
Manifestaciones 1ª Infancia de los 0 a los 5 años.
TEPT tipo A:
. Somatizaciones, bajada defensiva en que el niño se enferma de forma continuada durante semanas y meses.
. Hiperactividad física, conductas exploratorias en las que el niño no disfruta de lo que descubre.
. Irritabilidad- ensimismamiento: el niño tiene conductas de oposición y protesta combinadas con momentos de repliegue como chuparse el dedo escondido en el regazo de la madre, tras un mueble, en su cama. Dichas conductas pueden oscilar muy deprisa de unas a las otras.
. Trastorno en el desarrollo del lenguaje: retraso evidente.
. Trastorno de la conducta del sueño: pesadillas, terrores nocturnos en los que llora o chilla y tiene una gran angustia de separación.
. Regresión de la conducta esfinterial: en caso de haberla superado evolutivamente (aproximadamente los 2 años y 6 meses) pueden aparecer nuevos episodios, si todavía no tiene esta edad puede haber un incremento de los episodios enuréticos y/o encopréticos nocturnos y aparición de episodios diurnos de ambas conductas.
B Batería de tests 1ª Infancia:
Escala de desarrollo de Denver que mide el desarrollo social, de lenguaje, del motor grueso y del motor fino.
Cuestionario de TEPT PEDS (pasado a los padres).
Hora de juego del menor con el examinador en el que a través de un juego proyectivo se intentará rastrear indirectamente la situación traumática.
Hora de juego del menor con cada uno de sus padres que rastreará la calidad relacional del menor con cada uno de sus padres.
CBC Cuestionario de Comportamiento contestado por los padres y por el colegio.
Manifestaciones 2ª Infancia, de los 6 a los 10 años.
TEPT tipo A:
. Conductas impulsivas, falso TDA+H (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).
. Inhibición relacional. Aislamiento social.
. Síntomas de ansiedad (crisis de angustia: ahogos, dolor pectoral).
. Depresión. Sentimientos de culpa.
. Bullyng: puede ser víctima o agresor en el colegio con sus iguales.
. Inhibición intelectual con fracaso escolar.
. Pensamiento mágico y conductas ritualizadas cuando se relaciona con el maltratador.
Manifestaciones 2ª Infancia, de los 6 a los 10 años.
TEPT tipo A:
. Conductas impulsivas, falso TDA+H (trastorno por déficit de atención con hiperactividad).
. Inhibición relacional. Aislamiento social.
. Síntomas de ansiedad (crisis de angustia: ahogos, dolor pectoral).
. Depresión. Sentimientos de culpa.
. Bullyng: puede ser víctima o agresor en el colegio con sus iguales.
. Inhibición intelectual con fracaso escolar.
. Pensamiento mágico y conductas ritualizadas cuando se relaciona con el maltratador.
. Imitación dramatizada o caricaturizada de los comentarios y actitudes del maltratador
B Batería de tests 2ª Infancia:
Raven matrices progresivas
Cuestionario del TEPT de Echeburúa adaptado y pasado al menor.
STAIC cuestionario de ansiedad Estado y Rasgo.
CEDI cuestionario de depresión contestado por los cuidadores y profesores.
CBC cuestionario del comportamiento contestado por padres y profesor.
TAMAI cuestionario de adaptación social.
Prueba TALE para medir el nivel del lenguaje.
Rastreo del TDA+H:
- Cuestionarios contestados por padres y profesor.
- Pruebas específicas: test de las caras, test de los puntos a contar.
Test proyectivos de personalidad: H.T.P. , Test del Bestiario.
Test de las relaciones familiares: Test gráfico de la Familia , Patte Noire, CAT.
Manifestaciones Adolescencia:
TEPT tipo B:
. Evitación, reexperimentación, hiperactivación en aquellas situaciones que evoquen la situación violenta y traumática.
. Ansiedad endógena.
. Embotamiento afectivo, disociación.
. Depresión: alteración de la autoestima, desconfianza en sus propios procesos de pensamiento, inhibición intelectual y relacional.
. Trastornos del comportamiento:
- conductas de riesgo: conductas autolíticas, marginalidad, drogas, promiscuidad.
- repetición de los patrones de maltrato fuera de la casa como víctima o agresor: bullyng, mobbing.
- repetición de los patrones relacionales vividos en casa: violencia de género con la madre o con la pareja. Violencia con los hermanos, con los profesores.
. Tipos de personalidad:
. Personalidades evitativas o anacásticas o dependientes.
. TLP (Trastorno límite de la personalidad) en el caso que el maltrato sea crónico.
B. 3 Batería de tests Adolescencia:
Raven matrices progresivas
Cuestionario del TEPT de Echeburúa adaptado pasado al menor.
STAI cuestionario de ansiedad Estado y Rasgo.
CEDI cuestionario de depresión contestado por los cuidadores y profesores.
CBC cuestionario del comportamiento contestado por padres y profesor.
TAMAI cuestionario de adaptación social.
Rastreo del TDA+H:
Cuestionarios contestados por padres y profesor.
Pruebas específicas: test de Toulouse-Pieron, test de los puntos a contar.
Test proyectivos de personalidad: H.T.P. , Test del Bestiario.
Test de las relaciones familiares: Test gráfico de la Familia , TAT.
Bibliografía
Allen J. “ Stressors and developement: a reciprocal relatioship” Chile Adolesc. Psych. Clinics of North America 1998 7:1 17
Terr L. “Acute responses to external events and PTSD” Child and Adolesc. Psych: a comprensive Text Book 2nd ed. Baltimore , Williams and Wilkins 1996
Sloane L. “The effects of domestic violence on child witnesses” Sea Mar Community Center Marysville, Washinton USA, 2000
Gurwitch R. “The impact of trauma and disaster in young children “ Cild and Adolesc. Psychat. Clinics of North America 1998 7: 19-32
Scheeringa M. “Two approaches to the diagnosis of PTDS in infancy and early childhood” J Am Acd. Child Adolesc Psychiatry 1995 ; 34: 191- 200
Shaw J. “Twenty one months follow- up of school age children exposed to hurricane Andrew” J Am Acd. Child Adolesc Psychiatry 1996; 35: 359-64
Ottino S. “Familles victimes de violences collectives et en exil”. La Revue Francaise de Psychiatrie et de Psychologie Medicale 14 1998 pags. 35-39
Valdivia M. “Trastorno por estrés postraumático en la niñez” Rev. Chilena de Neuro-Psychiat 2002; 40 (suplemento) 76-85
Montt M. “Trastorno de estrés postraumático en niños” Rev. Chile Neuro. Psychiatry 2001 30: 110-20
Schmit G. “ Violence des enfants, violence des parents, au tours des entretiens familiaux” Neuropsychiatrie de l’Enfance et l’Adolescence. Noviembre 2002 vol. 50 nº 6-7 pag. 494-99
Palanca, I. “El menor víctima ” Servicios de Salud Mental de la Comunidad de Madrid (Artículo sacado de Internet en 2005)
Márquez M. “Los trastornos por estrés: del trauma a la disociación” en Grau A, Meneghello J. Editores. Psiquiatría y psicología de la Infancia y Adolesc. Buenos Aires , Edral. Médica Panamericana 2000 pag. 369-79
Perrone R. “Violencia y abusos sexuales en la familia” Edral. Paidós Barcelona 1998
Gardner R A. “The Parental Alienation Syndrome:a guide for mental healt and legal professionals” Creative Therapeutics Nueva Jersey , 1992
Osofsky JD “Trust in children living with violence” presentado en Bienni meeting of Society Research in Child Development, Indianapolis abril 1995
Nogueira Ch . “ Una niñez a golpes” Diario El País, 11 noviembre 2006
Jeammet P.”La violence à l’adolescence: un défense identitaire” Neuropsychiatrie de l’Enfance et l’Adolescence. Noviembre 2002 vol. 50 nº 6-7
Olweus D. “Agression in the schools: bullies and whipping boys” Wiley, Washington, 1978
Saylor , Swenson, Reynolds y Taylor “ Escala pediátrica del estrés emocional. PEDS” 1999.
Caballo, E.V. “Manual para la evaluación clínica de los trastornos psicológicos” Estrategias de evaluación, problemas infantiles y trastornos de ansiedad. Psicología Pirámide, Grupo Anaya S.A. 2005 Madrid (Cap. 23 Evaluación del trastorno de estrés postraumático, Echeburúa, Amor y Corral.
Creo que mi padre empezó a tocarme desde que tengo uso de razón. Recuerdo que era muy pequeña cuando le pedía a mi padre que me rascara la barriguita o que me subiera al caballito. Él, entonces, me tocaba las partes. A mí me gustaba y me hacía sentir especial. Que inocente fui.
Lo siguiente que recuerdo fue una vez que me llamó a su habitación y cuando llegué el estaba desnudo en la cama. Me pidió que me acercara, cogió mi manita y la puso en su pene. No estoy segura de los detalles; lo único que sé es que le masturbé y me fui. En aquellos momentos debería tener unos 7 u 8 años.
A partir de entonces empezó a venir muchas noches a mi cama para que le tocara, y yo sólo pensaba -ya esta el pesado aquí, que no me deja dormir- Y entonces se lo hacía rápidamente para que me dejara en paz.
No es fácil ubicar en el tiempo, de una manera correlativa y coherente, recuerdos, sensaciones y hechos. Se que algún tiempo después, todos los sábados a las siete de la mañana, cuando mi madre se iba a la peluquería, él venía a por mí y me llevaba a su habitación. En esa época, primero me tocaba a mí y luego yo a él. Sé que no era normal pero creo que me gustaba.
Recuerdo que en aquellos tiempos pasaba muchas horas con mi padre. El venía al colegio a por mí y nos íbamos al campo, hablábamos, hacíamos los deberes juntos, e incluso cuando cumplí once años me enseñó a conducir. También me contaba que con mi madre no le iban bien las relaciones sexuales, que era muy sosa... hasta recuerdo haberle dado consejos. En ocasiones me contaba que tal o cual hermano, en el colegio, había hecho esto o aquello y que los habían llamado para hablar con el profesor. Poco a poco me convertí en su pareja.
Me gustaba hablar con él; me contaba como era su vida de pequeño o como había llegado a montar el negocio. En el colegio no tenía amigas, nadie quería sentarse conmigo, así que me sentía querida por él.
Llegó un momento en que comprendí que aquella situación no era normal. Él me decía que un amigo suyo hacía lo mismo con su hija.
Cada vez me daba mas asco besarle, tocarle y que me tocara. Era horrible; me consolaba con que sólo era un rato, un poco más de una hora, y todo se terminaba.
Él lo tenía todo preparado; el colchón, el vídeo, el TV, películas porno, revistas... todo en la empresa. Incluso en cierta ocasión, cuando yo tendría unos once o doce años, compró una cámara y a escondidas lo grababa todo. Me dijo que no quería enseñármelo, que era para él, pero finalmente pensó que sería una buena idea que lo viéramos juntos para ver donde fallábamos y si podíamos mejorar la relación. Recuerdo que sólo miré unos segundos el vídeo. Me sentí tan sucia que cerré los ojos. Cuando mi padre se dio cuenta que no lo estaba viendo, se enfadó.
A la empresa íbamos todos los sábados, y entre semana, una o dos veces como mínimo. Lo tenía todo bien montado para que no lo pillaran; puso llave en las oficinas, que sólo tenía él, y cerraba todos los días. De este modo, si alguno de mis hermanos se acercaba por allí, al verlo cerrado, no sospecharían. Incluso aparcaba el coche lejos para que no lo vieran, y aún en el caso de que lo hubieran visto, decía haber cogido la moto para ir al campo y dejado allí el coche.
Para que no supieran que estaba con él, me obligaba a decirle a mi madre que me iba con unas amigas a la biblioteca, entonces quedábamos en un sitio y él me recogía. Luego, cuando volvíamos, me dejaba primero y se iba. Quince minutos después aparecía como si nada.
¿Cómo le decía yo que no me gustaba lo que estábamos haciendo? Al fin y al cabo nunca me había negado, y cuando me preguntaba si me gustaba, alguna vez le dije que si ¿cómo le iba a decir ahora que no? Algunas veces me decía que la gente no lo entendía, que tenían celos de que nosotros nos lleváramos tan bien. Después me preguntaba si me gustaba, y que si no quería seguir que se lo dijera, pero lo preguntaba de una forma que sabías que no ibas a poder negarte, pero tampoco podía decir que si. O sea que generalmente no respondía.
Lo peor fue cuando él me propuso la penetración; me dijo que lo que estábamos haciendo no estaba mal para una niña, pero ahora ya era una mujer. Así que me hizo prometer que el día de mi cumpleaños, cuando cumpliera los 15, me convertiría en una persona adulta.
Tenía tanto miedo, cada vez que se acercaba a mí y me preguntaba si estaba preparada... El decía que lo estaba, que lo tenía todo preparado, dijo que había comprado vaselina, nuevas revistas y películas para el gran día.
Y llegó el día. Cumplo los años el 30 de junio, así que no tenía colegio. Intenté por todos los medios pasar cada momento del día con alguien; con mis hermanos, mi madre, lo que fuera para no ir, pero mi padre, en un momento que estaba sola, me dijo “¡que haces! Ya lo tengo todo preparado, vamos”. Me hizo subir al coche y nos fuimos a la fábrica.