La vida es una sorpresa. La mía era bien tranquila hace apenas un par de meses, dedicándose, eso sí, a hacer todo cuanto estuviera en mi mano, para luchar contra la lacra de los abusos sexuales infantiles. Hasta ahora lo había hecho con todos los medios a mi alcance pero, por decirlo de algún modo, desde "detrás de la barrera".
Hoy mi vida ha sufrido cambios importantes; un divorcio, cambio de residencia y de muchos aspectos que antes formaban parte de mi cotidianeidad. Hoy soy la pareja de alguien cuyo hija está siendo abusada por su ex. Ahora estoy en primera línea, con unas responsabilidades bien distintas, con unas perspectivas y una realidad más inquietante, con una impotencia que debe controlar el sentido comun para no empeorar una situación en la que la justicia, para variar, resulta totalmente inoperante.
No sé adonde se dirijen mis pasos. Quizá me quede sólo en esta lucha. A veces piensas que si la justicia es una mierda, mejor la tomas por tu cuenta. Pero no; esta no es la solución. No queda otra que seguir luchando.
Un abrazo a tod@s.