No sé muy bien como empezar, hace un tiempo te hubiera insultado con todas las barbaridades que soy capaz, pero ahora no, aunque no dudo que seas un cabrón y un desgraciado que sentías lástima y asco por ti mismo (la pena es que no la sintieras por los demás). No quiero empezar a decirte que deseo que hayas sufrido en tu vida todo lo que hiciste sufrir, puestos a desear, el mayor de ellos es que yo fuera la última en tu lista.
Repito que estoy segura que tú has sido más desgraciado que yo en la vida y estoy segura que hasta te has dado verdadero asco, tanto como el que yo he sentido por ti.
Quiero que sepas que con lo que hacías desgraciabas la infancia a niños que confiábamos en ti y te queríamos (antes de que empezaras a abusar de nosotr@s). No sé cuantos habremos estado en tus asquerosas manos pero estoy segura que much@s, siendo primero director y luego profesor en una escuela, y además de esto dar clases privadas en tu casa te lo pondría muy fácil.
Quiero que sepas que he sufrido mucho por causa de lo que me hiciste y pensar en todo lo que pudiste hacer y posiblemente hiciste.
Eras muy religioso y creo que lo eras de verdad por ese motivo estoy segura que has tenido remordimientos, aunque haya sido al final de tu vida, las personas como tú, cuando llegan a cierta edad y ven la muerte cerca, les entra el miedo y tú habrás tenido mucho, pero esto no me consuela porque no es venganza lo que quiero, lo que me hubiera gustado es que hubieras estado en la cárcel, lejos de los niñ@s, algo que por desgracia no fue así.
Lo hacías muy bien, primero dabas cariño y autoestima a l@s que nos faltaba, y luego atacabas, ¿te das cuenta de lo miserable y cobarde de tu comportamiento? Me utilizabas , yo no podía defenderme , era una niña y conmigo satisfacías tus más bajos instintos ¿no podías haberte hecho unas pajas en tu casa y ya está? Lo que hacías es lo más asqueroso que puede hacer un hombre, porque una cosa es tener esos instintos y otra pasar a los actos sabiendo que estas haciendo un daño irreparable. No sé si te darías cuenta de que los niñ@s somos personas y que nos hacemos adultos con memoria, creo que si te dabas cuenta y eso te hace más despreciable aún , el desprecio que como he dicho estoy segura alguna vez habrás sentido por ti mismo. Pero eso no es nada comparado con el que yo siento por ti, y no sólo yo, lo más posible es que haya una larga lista de personas que sienten lo mismo, sin embargo yo tengo otra lista; una gran lista de personas que me quieren y a las que yo quiero. Tú has carecido de eso y de mucho más, sólo te has regodeado en tu asqueroso deseo hacía los más indefensos. ¿Fuiste profesor con toda la mala intención, o te llegó luego? Me gustaría saberlo, pero es imposible. Me gustaría saber tantas cosas, ¿no sentías lástima de nosotr@s? ¿Te faltaba algo de ser humano? ¿De verdad te daba placer frotar tu pene sobre un culito sin desarrollar? ¿Qué sentías cuando veías mi asco y mi rechazo? ¿Chantajear y asustar a una niña valía la pena para lograr un ratito de placer? Son cosas que me quedaré sin saber, sólo mi imaginación puede darles respuesta.
He sufrido en la infancia y en la vida adulta, si tú no te hubieras cruzado en mi vida, ésta hubiera sido totalmente diferente, mucho mejor en muchos aspectos, por lo menos hay un sufrimiento que no hubiera tenido, aunque haya podido tener otros como cualquier persona, el que tú me infligiste no.
Eres el responsable de esto, y no lo puedes cambiar.
Otra cosa que me parece pérfida es la imagen de perfecto señor que dabas y que los adultos te adoraban ¿era también algo planeado para no ser descubierto, o necesitabas los halagos de otros para sentirte menos asqueroso y más persona?
No eras persona, no sé lo que eras pero persona no, eso se pierde al hacer lo que tú hacías.
Ya no quiero perder más tiempo contigo, bastante energía he gastado ya durante todos estos años.
Por último que sepas que has hecho mucho daño (seguramente más del que puedo imaginar) y que si hubieras querido lo hubieras evitado, por eso te declaro culpable de dañar a la infancia, el peor cargo que se puede tener en esta vida y que tú lo habrás llevado siempre a las espaldas a no ser que hayas sido un cabrón y una persona incompleta toda tu vida.
Bueno asqueroso, olvidaba decirte adiós en todos los sentidos, te dejo atrás con toda tu mierda.
Ya no tienes ningún poder sobre mí, no te tengo miedo, no existes en mi mente.
Soy mejor que tú y aunque seguramente te daría igual, no gasto tiempo ni energías en perdonarte, sencillamente paso, si estuvieras vivo sería diferente, pero muerto y sabiendo que no puedes hacer daño más, paso de ti.
Lo he conseguido.
Después de contarlo deje de sentirme avergonzado. Quería que más personas supieran las razones y el origen de todo mi mal. Salió algo de mi que llevé durante tiempo y que solía dirigir contra personas que de algún modo me dañaban. Lo peor de todo es que esto me destruía por dentro. Es el odio, no estoy seguro, pero esto en gran parte te lo debo a ti. Así que dirigí todo el odio y la rabia acumulada durante años sobre ti. Hablé y hablé; era una forma de vengarme de ti. A la vez empecé a maldecirte. El momento más crítico fue saber que no fui el único. Esto me lleno de más furia que dirigí sobre mi padre por culparle de muchas de las cosas que me ocurrieron, incluida su manera de educarme. Si supe de esto fue por contar algo que me ocurrió el día de mi cumpleaños, cuando recibí algunos golpes, uno de ellos muy fuerte en el estomago. Parece una locura contar esto pero fue como el presagio de tu final. 138 días duró desde que empezó todo hasta que dejaste de existir. Mientras yo hablaba, tu agonizabas de un mal que tenías donde yo recibí el golpe.
Me sentía poderoso y a la vez creía estar volviéndome loco. Cuando supe que dejaste de respirar, sentí algo que no entiendo, supongo que me alegraba. Llegué a creer que fui yo quien te llevó hasta tu final. Pero esto me llevó a la locura. Creía que no podías tener alma pero al mismo tiempo temía que si y que vendrías a buscarme. Todas las crisis que tuve entonces tenían que ver con esto. Pensé que te apoderarías de mí, pero había algo mas fuerte que no dejaría que ocurriera, no estaba solo, luche y esta vez te gane.
Con el tiempo empecé a pensar que la venganza mas positiva seria que llegara a superar todos los estragos que me causantes, que fuera feliz. Muchas veces creía que mi mayor triunfo sobre ti seria borrarte de mi mente, cosa inútil. Mi hundía para volver a levantarme. Si algo he ganado durante este tiempo es tener personas que han estado a mi lado, que me han apoyado y ayudado. Me han dado fuerza para seguir, y una muy especial me animó aunque en mi mente anidaban muchas dudas. La idea era enfrentarme con el lugar, ir hasta allí. Estar frente a tu puerta. No me sentía solo, creía tener detrás de mi un ejercito de personas dignas que clamaban justicia. No se explicar que pensamientos pasaron por mi cabeza. Llegué a tener un miedo injustificado, al principio, cuando los niños que vivían en mi antigua casa se acercaron a tu puerta. Lo bueno es que me hicieron recordar cuando yo jugaba en mi casa. Me he llegado a odiar a mi mismo por no contarlo antes creyendo que podías hacer daño a otros niños. Me quedé muy tranquilo sabiendo que nunca más te acercaras ni a estos ni a ningún niño más.
Después de aquel momento me tocaba enfrentarme solo a mis miedos. Volví aquel lugar que me llevaste, a la playa, ¿te acuerdas? Aquel lugar tranquilo y solitario alejado de la ciudad. Volví allí, no había tranquilidad, el mar estaba enfurecido y el sol salía tímido entre las nubes. Cuantas veces he pensado en este lugar y como con el tiempo intentaba evitar ir a la playa sin saber muy bien a que se debía. Y por la noche volví, llovía y el miedo me atrapó, me agarraba al paraguas y escondía mi cara. No entiendo que me pasó, pero recordé más adelante que era algo que me pasaba de niño cuando salía del colegio y volvía a mi casa. Pase por el portal y cuando me alejé, junto aquel lugar debajo de la platanera, me agache y cogí una de las hojas que estaba en la acera. Lo hice sin pensarlo, supongo que para intentar borrar aquel recuerdo, justo donde me obligaste a callar y a guardar el secreto.
Después de todos esos momentos que viví, de aquellas palabras que tu vecino pronunció: “el ya no esta” que se me quedaron grabadas, llegaron los pensamientos y los sueños. No me he enfrentado a ti pero mis sueños se encargaron de hacerlo. Algunos eran horribles, otros que no entiendo y pensamientos y miedos de ser como tu. Pero con la diferencia que todas las dudas las resuelvo. Y saber que mi mundo se llena de cosas que tú jamás disfrutaste, porque una persona sin alma es incapaz de ver ni sentir. Mi última batalla la he ganado, y que casualidad que has desaparecido de mis sueños, esos en los que conseguías que la cadena siguiera. ¡Malditas cadenas! El mundo esta llenas de ellas y hay que romperlas.
Alejarme de ti resulto un gran alivio para mi. Recuerdo aquella mañana cuando partí de la ciudad con aquel cielo gris y aquella lluvia. Sentí una paz extraña. Me gire hacia atrás para ver como me iba alejando de la ciudad y como dejaba atrás tanto sufrimiento. La mente se me quedo en blanco, pero no tenia conciencia que tenia muchas heridas abiertas y no curadas y me las llevaba conmigo. Había llegado este momento tan esperado y ya tenia seguro que jamás te volvería a ver. Con el tiempo hice un pacto conmigo mismo de no volver al menos pasado muchos años o nunca más.
Pero en mi mente siempre tenía alojado los recuerdos que afloraban cuando menos lo esperaba, dolía e intentaba quitármelos de la cabeza. Durante años intentaba sobrevivir aunque alejado de ti sentía tu presencia con recuerdos repugnantes. Tenía alguna esperanza que con el tiempo el daño y los recuerdos desaparecerían. Pero no fue así. Me condenasteis a tener que revivir aquellos momentos, al silencio, sucesos que me resultaban muy vergonzosos y aunque al alejarme de ti, el miedo a tu presencia terminó, aparecieron otros miedos. Tenía miedo a las personas, a nuevas relaciones, las evitaba, luché contra esto, algunas batallas pude ganar, pero seguía siendo desconfiado. Prefería la soledad que el contacto con los demás, no quería arriesgarme a que me hiciera daño de cualquier forma.
Me traicionasteis, me utilizasteis como si fuera un muñeco o un simple objeto de placer, como si fuera de tu propiedad, destruisteis mi infancia, y me trasmitisteis la idea que no era nada. Un ser diferente marcado por sucesos infames de los que me sentía cómplice. Hay algo que me hace tanto daño como las cosas a las que me sometías, y es obligarme a callar. Te obedecí. He llevado esta maldición del silencio durante muchos años. Me he sentido muchas veces como si hubieras matado mi alma. Me hicisteis insensible, no era capaz de sentir las cosas buenas que tiene la vida y no tenía ilusión por seguir en este mundo. No creía tener muchas razones para vivir y seguir con esta pesada losa, pero al final pensaba en el daño que podía causar y aguantaba.
Me robasteis el alma pero tú no la poseías; no creo que pensaras el daño que le infligisteis a tus inocentes victimas, sólo pensabas en ti mismo y te importaba poco el daño que me hacías. De que te sirvió estar entre rejas, ojala no hubieras salido nunca, no merecías estar con personas porque tú no eras una persona. Hace un tiempo que dejé de creer en la justicia y empecé a creer en otra justicia.
Jamás creí que llegaría una ocasión donde contara lo que tanto temor tenías. Tenías miedo que se lo contara a mis padres ¿Qué hubiera pasado si lo hubiera contado? No tengo nada claro que hubiera pasado, pero con tus antecedentes supongo que te hubiera mandado de vuelta a la cárcel. Se que lo pasasteis muy mal y creo que yo formé parte de una venganza. No podías con alguien más fuerte, pero como eras tan cobarde utilizasteis a lo más vulnerable y débil que tenías cerca, volviéndolo a repetir. Puede que tuvieras más miedo a la cárcel que mi familia conociera tu verdadera condición. Hay algo que me cuesta aceptar, y es que tu familia no contara a la mía lo que eras capaz de hacer. Yo los quería pero ahora ya no siento nada por ellos a pesar que viví buenos momentos con ellos. No recuerdo que te despreciaran, pero he sabido de tu hermana y de tus sobrinos, que al final te daban la espalda. Solo soy capaz de recordar lo mal que te llevabas por presenciar una discusión con un vecino y todo por la envidia que le tenías, o puede que no lo soportaras al ser un miembro de la seguridad ciudadana. Ahora me pregunto si los vecinos lo sabían cuando vivía allí.
Y un día mi mundo lleno de secretos se derrumbo. Fue de una manera que he intentado analizar pero no he podido saber con seguridad como llegué hasta aquí. Puede que por unas noticias que me perturbaron. Pero aun así sin las condiciones que me llevaron a romper el silencio tampoco hubiera hablado. Creo que fue porque me sentía preparado para dar este paso y porque tenía una ocasión de hacerlo con alguien que apenas conocía y jamás había visto. En ningún caso tenía pensado contarlo a mi familia. El poder que me arrebatasteis lo recupere. Fue tal el alivio que sentí que desde entonces empecé notar cosas que jamás había imaginado. El paso más grande, aquello que tanto temías: que se lo contara a alguien de mi familia. Al final lo hice. Todavía vivías. Me alegro que siguieras vivo porque ahora me tocaba a mí.
Consuelo Barea es Médica psicoterapeuta experta en Violencia de Género. Su experiencia profesional le ha permitido conocer de cerca un asunto tan controvertido como es el Síndrome de alienación parental.
La entrevista a Consuelo Barea, junto a otras entrevistas y artículos, puede verse en Suite 101:
http://www.suite101.net/writer_articles.cfm/jmontane
Hace 40 años que vivo con un grito encofrado en la garganta, yo lo quería parir como las raspas del pescado que si se dejan se infectan y se hacen pus que arrastran toda tu sangre y por más que lo intentaba, sólo sabía mascullar contra mi saliva, la tuya, padre.
Hace tanto tiempo que olvidé qué es permitirle a la boca liberarse en un “papá”, que cuando quería hacerlo, aun en la más plena soledad, como un ensayo, sólo dejaba volar un resuello quiebro, que concienciándome de lo espeso de la distancia, de este hálito de bruma en que tú me dejaste, se transformaba en un “por qué” infinito como el cielo, siempre de ojos perdidos y flema.
Te he odiado “padre”, tú destapaste la caja de los mil demonios y fantasmas, cuando aún no tenía edad de pensar en esas cosas. Tú me negaste el perfume, que yo guardé sin querer, con el albornoz de su juventud con bigote, con las anginas y las sábanas, los “frigodedos” y las acuarelas y al que yo sin saber invocaba en las noches de pesadillas. Sin embargo me diste otros olores que ahora son nausea y que hoy en mi memoria pugnan por salir a flote.
Tú me enseñaste a llorar.
Te he odiado con la fiebre del sarampión sin regalos, y de la varicela sin abrazos y con el terror de mirarte a los ojos y saber que llegaría la noche y tú visita sería inevitable.
Te he odiado con la arrogancia de la adolescencia, con la ira del traslado forzoso y las notas en mi estuche. Tú me enseñaste a escribir a la pena cuando no sabía qué era pena y me robaste los dientes de leche y toda la alegría de volver a casa para verte, porque sabía que estarías esperando con el cinturón en una mano y el cigarrillo en la otra.
“Papá”, te odié hasta desearte la muerte y yo era un corazón precoz, pero sabía que aquello no estaba bien y conseguiste que la culpable fuese yo.
“Te he olvidado”.
Miento, nunca lo hice, nunca se olvida la sinrazón de mi desdicha, ni se evade la frialdad de este pasado que hemos perdido para siempre.
No puedo mirarte, padre. Ayer encontrarte era el temor del puño y la desidia, la taquicardia, el abismo, era el reencuentro con la única verdad, la que quise arrojar como un escupitajo al vacío y escupiendo hacia arriba, pero siempre me cayó en la frente.
¿Sabes? Un año entero, soñé tu muerte, noche tras noche, y lloraba el caudal de esta pena, que ya no es rencor, ni es venganza. Que ya no tenía ningún nombre…
“Te he visto, padre” y tú no lo supiste, hasta después, cuando creíste ser joven de nuevo y enamorarte otra vez de mi madre, mirándote en mí. Porque mi piel es como la de ella, y mis ojos son profundos como los suyos, pero te hablan de otra tristeza, por eso no puedo mirarte y ver, padre… Te dejé, las copitas de anís, los seises de Reyes Magos, hoy ya no puedo más… odiarte.
Te ví, sangre de mi sangre… frente arrugada, pelo cano y tu mirada aguileña aflojaba el paso de los años, el vencer de las noches, de no saber dónde ir… eres viejo, padre, y yo no puedo mirarte y descubrir, que nos hemos perdido, que esta vida nos ha partido de raíz, distante y vacío, doloroso como tú, como este dolor que me infligiste, quiero llamarte… no puedo, no sabes que sangra tu nombre en mi garganta, que mi garganta es muda a tu encuentro…
Pero necesito decirte que ya no te odio, que tampoco te quiero, que no te necesito...
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Black snake moan
Año: 2006
Duracion: 115 min.
Pais: Estados Unidos
Director: Craig Brewer
Sinopsis: La historia transcurre en un pequeño pueblo de Tennessee, donde el viejo bluesman Lazarus rescata a la joven Rae que yace medio muerta al borde de la carretera. Rae es víctima de su insaciable apetito sexual, lo que la ha generado una muy mala reputación por todo el pueblo; así que Lazarus decide secuestrarla para "curar" sus ansias. Así empezarán una aventura en común donde se enfrentarán a sus demonios, propios y ajenos, y que se complicará cuando un ex-novio de Rae, Ronnie, haga su aparición.
Interesante pelicula que aborda una de las secuelas menos conocidas con relacion al abuso sexual; la promiscuidad y, en general, el camino autodestructivo que, en este caso, alguien tratara de impedir.
Año: 2004
Duracion: 113 min.
Pais: Estados Unidos
Director: Eric Bress, J. Mackye Gruber
Sinopsis: Evan Treborn, un joven que se está esforzando por superar unos dolorosos recuerdos de su infancia, descubre una técnica que le permite viajar atrás en el tiempo y ocupar su cuerpo de niño para poder cambiar el curso de su dolorosa historia. Sin embargo también descubre que cualquier mínimo cambio en el pasado altera enormemente su futuro.
El abuso sexual, en esta pelicula, es un elemento mas de la trama sobre el que no se profundiza. No obstante, la pregunta que nos hemos hecho todos alguna vez: ¿y si las cosas hubieran sido de otra forma? aqui se convierte en un ejercicio, a veces dificil de seguir, pero que indudablemente lleva a la reflexion. Interesante.
¿Has mirado alguna vez el cielo, sintiendo que formabas parte de un todo, sabiendo que nada de esas pequeñas cosas que ocurrían en tu mundo tenían verdadera importancia? Yo lo pensé una vez. Tengo una imagen tan vívida en mi mente que a veces aún me parece estar allí. Regresan los olores, el calor del sol sobre mi piel. Y el viento. Esa envolvente y mágica música del bosque, ofreciendo incansable su bello concierto a un público invisible. Todavía lo escucho, y sigue pareciéndome el más hermoso de los sonidos.
Yo miraba el cielo con los ojos de otra vida. Miraba la eternidad pensando si aquello que me estaba sucediendo era cierto. Ya ni recuerdo qué edad tenía. Son tantas las cosas que ya no recuerdo... Las imágenes de mi niñez se entremezclan con el tiempo, y no puedo situar los acontecimientos en sus correspondientes fechas.
Estaba tumbado en el suelo, sobre la hierba, observando el cielo como si acabara de ver abiertos de par en par los libros secretos del universo. Y todo se asemejaba, todo formaba parte de una unidad perfecta. Sentía la felicidad y no sabía por qué. Mi mente, mi cuerpo y mi espíritu eran uno, serena armonía, fluyendo en un mundo del que no hubiera querido marchar. No sabía que aquel sería mi último contacto con la eternidad. Hace ya tanto tiempo...
Una nube solitaria cruzaba rauda ante mis ojos, empujada por el viento. Yo la veía, pero no la miré; mi vista se hallaba fija en algún punto del vacío. Ese instante mágico existía porque yo lo deseaba. Lo quise con todas mis fuerzas. Y sucedió. No era de este mundo, como tantas cosas bellas que escapan a nuestras percepciones. Toqué el infinito con la punta de mis sueños. Conocí otra vida y otros mundos, y a ellos me aferré. La vida de ese niño que era violado por su propio padre quizá ya no fuera tan importante. Quería creer que no. Yo sabía que al alzar la vista encontraría mi cielo. Mi cielo siempre estaría allí arriba. Pero… ¿y si algún día lo olvidaba?
Fuente: extracto del libro “Cuando estuvimos muertos”
No sé si algún día llegaréis a leer esto. De todas formas, me quedaré corta en todo lo que os diga. Tan siquiera sé a qué conducirá. Lo que si que sé es que es algo que necesito hacer y, finalmente, me he decidido. Hablo en plural porque fuisteis más de uno. ¿Os pusisteis de acuerdo o algo? ¿Echasteis a suerte a quién le tocaba en cada etapa de mi vida? o ¿es que tenía un cartel “abusad de mi” en la frente?.
Tú, el primero de todos, mi “primo” (por decir algo porque hace mucho tiempo que no eres de mi familia). No sé que edad tenía cuando empezaste, 5, 6 años, incluso menos. ¿Te acuerdas? No lo creo. Hace mucho tiempo de ello y además conseguiste escaparte del “marrón” protegido por tu padre. Pero, ¿sabes qué? Yo si que me acuerdo y me acordaré toda la vida. No de todo, pero tengo escenas y momentos grabados en mi memoria que nunca se borrarán por más que quiera.
Me dejabas la Gameboy, que buen primo ¿verdad? Ganándote mi confianza para después aprovecharte. Si yo jugaba, tu también. Para ti, perfecto. Cada fin de semana que venias a comer a casa con tu padre ¡a jugar! Para mi, eran juegos desconocidos ¿En qué clase de juego se le pregunta a una niña “donde prefieres que me corra, delante o detrás”? Ese, desde luego, no lo enseñan en el colegio. No recuerdo en qué pensaba en esos momentos. ¿En qué se piensa cuando te acorralan en una caravana o en un coche? ¿cuándo te hacen hacer cosas que no entiendes? Sin embargo, poseída por algo que todavía no se lo que es, las hacía.
Te pillaron. No recuerdo como, pero te pillaron. Mi abuela se lo contó a tu madre que creo que te dijo algo, no lo sé. Pero lo que nunca olvidaré es el momento en que tu padre te “defendió”. No sé si fue porque no se lo creyó o porque no quería creérselo. ¿Acaso me echaban polvos de talco por gusto? Supongo que debe ser duro que te digan que tu hijo es un abusador. Sus palabras sobre mi: “lo único que hará es romper la familia” te abrieron las puertas de la libertad mientras que alicataban las mías. ¿Seguro?¿Era yo la que iba a romper la familia? ¿Era yo la que estaba abusando sexualmente de una niña?...Mi tío, el que tanto me quería, el que tanto me enseñó, con el que tan bien me lo pasaba...te salvó.
Por si con uno no había tenido bastante, vino otro. Tú...¿qué? ¿querías practicar y no se te ocurrió nada mejor que probar con una niña? Bueno, por lo menos, de vez en cuando, me dabas cinco duros. Supongo que para comprarme chicles y que se me fuera el sabor asqueroso de la boca. A punto estuvieron de pillarte, pero te libraste. Luego se ve que encontraste novia y ya no te hacía falta. Seguro que ya eras todo un experto.
Y, para “rematar la faena”, apareció un tercero. Tú has sido el peor de todos. Quizás porque ha durado más. Quizás porque eres el más reciente y por lo tanto del que más recuerdos tengo y más me ha afectado .O quizás porque te sigo viendo la cara. No me acuerdo de cómo y cuándo empezó, pero sé la fecha exacta en que acabó (aunque hayas vuelto a intentarlo varias veces). Cuando tuve el valor suficiente de evitarlo, de ignorar tus: “ven”. Antes de eso tu ya habías disfrutado bastante. ¡Iluso! Creías que me hacías disfrutar a mi también, nada más lejos de la realidad. Cuando no contestaba a tus “¿te gusta?”, cuando te decía que no quería hacer algo, aunque fuera con un leve movimiento de cabeza, o cuando desoía tus peticiones, era por algo.
Cada vez ibas cogiendo más confianza y te ibas pasando más. Llegaste al punto de decirme algo parecido a “a ver cuando lo haces y así te puedo follar”. ¿Qué, tenías miedo a hacerlo tu? Miedo para lo que te da la gana, porque incluso delante de gente no te cortaste ni un pelo.
Fueron tantas veces, tantas...
Mi subconsciente, harto de la situación, trató de llamar la atención con malas notas, pero su intento fue en vano. Lo único que consiguió fue bajar mi media y enviarme a septiembre.
Con lo que ahora te digo puede que me rebaje a tu nivel (aunque dudo que pueda llegar tan bajo), pero, sinceramente, me da igual. Me gustaría vengarme. Golpearte con todas mis fuerzas, que sintieras mi ira acumulada rompiendo todos y cada uno de tus huesos. Que sintieras el dolor. Así sufrirías una mínima, tan solo una mínima parte de lo que yo he sufrido. Comparando con el mio, ese sufrimiento sería como un leve rasguño. Nunca llegarás a hacerte una idea de las consecuencias de tus hechos.
Podría denunciarte, de hecho, es lo que debería hacer. Pero, si la justicia cumpliera, ¿qué sería lo peor que te podría pasar? ¿ir a la cárcel un tiempecito? Claro, tu en la cárcel viviendo “tranquilamente” mientras yo lucho por olvidar, por ser normal, por intentar ser “como todo el mundo”. ¿Por qué? ¿Por qué tengo que hacer eso? ¿Por qué en lugar de pasarlo mal porqué me ha dejado el novio o porqué me han caído tres, como cualquier adolescente, tengo que comerme la cabeza? Fácil, por tu culpa. Por vuestra culpa. Hubiera preferido que me matarais a que hicierais lo que hicisteis. Aunque en el fondo, también me asesinasteis
Lo que más me sorprende es la doble cara que tenéis. Vuestra capacidad de ocultaros y hacer como si nada. Es como si te clavaran un cuchillo y, después, se muestran tan normal ante los demás y ante ti misma. Sin sentimiento alguno de culpa ¿No os dabais cuenta de lo que acababais de hacer? Pero claro, yo os ayudaba y os ayudo a ocultarlo, aunque sigo sin saber porqué tenía ese miedo a que se descubriera cuando en realidad lo único que deseaba es que se acabara.
Me costó mucho relacionar lo que me pasaba, cómo era, con los abusos, pero cuando me di cuenta, todo empezó a tener sentido. La antisocialidad, el aislamiento, los días en casa, el silencio, las ganas de nada, la desconfianza, la falta de concentración, la indiferencia ante todo, la baja o casi nula autoestima, el sentimiento de culpa, la introversión, los momentos depresivos...todo. Y esto, la mayoría del tiempo, sin darme cuenta, considerándolo como algo normal en mi vida. Pero no lo es.
Y las consecuencias no han sido solo para mí, sino que, sin saberlo, he ido salpicando con gotas de culpa a mi familia. Desconocedora del porqué, ha tenido que aguantar y lo sigue haciendo.
Cuando abusan de un niño le quitan su infancia, no tiene nada, no crece como persona. Aprende a vivir sin hacer caso a sus sentimientos, porque sentir duele. Se queda sin intimidad, sin la posibilidad de descubrirse, porque ya lo han hecho otros. Sin saber distinguir, en muchas situaciones, lo que está bien de lo que está mal, porque, simplemente, no sabe. Vosotros me quitasteis mi infancia sin que me diera cuenta y con ello mi futuro. Y ahora, la lucha por ser alguien, cuesta mucho, demasiado.
Sin embargo, llegados a este punto, donde parte de lo más difícil ya lo he hecho, miro al futuro con cierta esperanza. Porque puede que haya nacido para algo más que para eso, aunque muchas veces lo haya dudado. Puede que mi destino sea otro. Solo necesito empezar a creérmelo. Empezar a quererme.
Esta es una cancion, en la version de Pete Seeger, asociada a los derechos sociales y que ha sido utilizada desde hace tiempo en muchas causas. La letra es muy sencilla pero inspiradora, y siempre me hace sentir identificado con nuestra historia. Espero que la disfruteis.
Lo superaremos, lo superaremos,
Algún día.
Oh, creo desde el fondo de mi corazón,
Que lo superaremos un día.
Andaremos cogidos de las manos
Andaremos cogidos de las manos
Andaremos cogidos de las manos, algún día,
Oh, creo desde el fondo de mi corazón,
Que lo superaremos algún día.
Viviremos en paz
Viviremos en paz,
Viviremos en paz algún día
Desde el fondo de mi corazón, lo creo de verdad,
Un día lo superaremos.
No tenemos miedo,
No tenemos miedo,
No tenemos miedo HOY,
En el fondo de mi corazón estoy seguro de que un día lo superaremos.
Algún día el mundo entero
Algún día el mundo entero
Algún día el mundo entero, algún día
Creo desde el fondo de mi corazón,
Lo creo.
Creo que algún día lo superaremos.