Estaba muy asustada. Cuando llegamos ya estaba todo preparado; un ventilador, el colchón en el suelo con las sabanas nuevas, no sé cuantas revistas y películas nuevas.
Hizo que me quitara la ropa y que me acostara. Empezó a tocarme. Me dijo que me tranquilizara y que iba a ponerme a punto para el gran momento, pero yo no me podía tranquilizar. Estaba muy asustada. Entonces cogió un montón de vaselina, me la puso, y se subió encima. Me asusté y empecé hacer fuerza para salir de debajo de él. No podía, era muy grande y pesaba mucho. Lo intentó y me hizo mucho daño. No sé si llegó a penetrarme, aunque fuera un poco, la cuestión es que conseguí salir de debajo de él, no recuerdo cómo. Me fui a una esquina de la habitación y empecé a llorar. Le dije que me había hecho mucho daño. El se enfadó mucho y me dijo que muchas chicas de mi edad que ya eran madres, que tenía una cría como hija y que le había decepcionado.
Volvió a intentarlo en días posteriores, pero no pudo. Así que con el tiempo lo dejó pasar. Pero llegó el siguiente cumpleaños y me lo hizo prometer otra vez. Y otra vez volvió a pasar lo mismo. Esta vez se enfadó más. Volvimos a la rutina de siempre y al cumplir los 17 nuevamente pasó lo mismo. Volvió a enfadarse y su trato hacia mí empeoró. Todos los días me lo tiraba en cara; que era una cría, que nadie querría estar nunca conmigo. Cada vez que pasaba por su lado, o cada vez que me daba un beso me decía: “ya estas preparada, tengo muchas ganas de follar contigo” y cosas así, no sé cuantas veces al día.
Cada vez me sentía más agobiada. Los sábados eran horribles. En realidad no me obligaba físicamente a que lo hiciéramos, siempre decía que lo había comprendido, y que cuando estuviera preparada ya lo haríamos.
A veces me resulta difícil ubicar en el tiempo todos los detalles. Recuerdo, no sé si antes del intento de penetración, que me decía que su mayor ilusión era que encontrase un novio y me casase. De este modo, cuando mi marido fuera a trabajar, él iría a mi casa para hacerme disfrutar, que siempre tendría un hueco para él.
No podía quitarme de la cabeza el “te voy a follar”. Me torturaba aquel pensamiento; pensar que incluso cuando me casara lo tendría siempre encima. Tenía mucho miedo.
En tercero de Formación Profesional me iban fatal todas las asignaturas, pero en la clase de religión, el profesor (un cura) siempre hablaba de temas de actualidad, como las drogas y temas así. Un día nos hizo hacer un trabajo sobre temas como la inseminación artificial, el aborto y cosas de este estilo. Recuerdo que me hizo salir a mí. Llevaba un chicle en la boca y no me entendían cuando hablaba. Se burlaron de mí y él me defendió.
Es un cura que cae mal a mucha la gente, a veces se pasa de burlón y también es bastante fanfarrón, pero a mí me ayudó en ese momento y en él encontré la puerta de escape a mi problema.
Al final del curso, unos días antes de mi cumpleaños, ya con casi 18 años, la presión de mi padre era tal que ya no pude aguantar más. Tenía mucho miedo a que llegara el día de mi cumpleaños. Ya sería mayor de edad y quería creer que cambiarían las cosas, pero no estaba segura de que me dejara en paz respecto a la penetración, o si esta vez se enfadaría de verdad y me violaría.
Hice acopio del escaso valor que aún me quedaba y me fui a hablar con el cura. Le dije que quería hablar con él, que era importante. El dejó lo que estaba haciendo y nos fuimos a una habitación a solas. Me preguntó que quería, pero yo no me atrevía a decirle nada. Me dijo que algo debía estar ocurriendo y que no estaría tan nerviosa por nada, así que empezó a preguntar: “¿Es algo con algún amigo?” -le dije que no- “¿Con algún familiar?” Le respondí que sí, y de este modo, a base de preguntas más o menos sutiles, consiguió sacármelo todo.
Le rogué que por favor no hablase con nadie, que tenía mucho miedo. Él me dijo que se lo tomaba como una confesión y que si no le daba permiso no diría nada. Finalmente me venció la tensión y caí al suelo, no me aguantaban las piernas. El pidió ayuda y me dejó con unas profesoras, tuvieron que agarrarme entre tres o cuatro personas por que no me aguantaba. Después me dieron una tila.
Poco a poco me fui tranquilizando. La directora me dijo que así no podía estar y que iban a llevarme a casa. Les pedí que hicieran conmigo lo que quisieran, pero que por favor no me llevasen allí.
En ese momento llegó el cura, me dijo que había ido a hablar con mi padre y que no lo había negado. Me aseguró que no volvería a pasarme nada, que él mismo se iba a encargar de que no me hiciera nada. Me dijo que hablara con alguien de la familia, que seguro que habría alguien en quien confiar.
Así que al final me llevaron a casa de la novia de un hermano. No quería ver a nadie de la familia, pero mejor ella, que mi padre, mi madre y hermanos. También ella, con preguntas, me sacó todo lo que me pasaba. Me dijo que ella se encargaría de decírselo a mis hermanos, que confiara en ella.
Pero tenía que volver a casa. Cuando llegué, mi padre ya me estaba esperando. Me dijo que estaba loca y que como me había atrevido a decírselo al cura. Dijo que él lo había negado todo y que me culparían a mí. Me sentía fatal, perdí por un momento la vista. Estaba volviendo a perder las fuerzas.
Cogí la puerta y ya no volví.
Testimonio abuso sexual de Verónica (2ª parte)
Publicado por
Joan Montane
domingo, 11 de abril de 2010
No entiendo como las madres, los hermanos y hermanas no apoyan a las víctimas.
Un saludo.
Maria José, el entorno no apoya a la víctima porq no la ven como tal. Además, si la víctima tiene secuelas, tanto en la infancia como en la edad adulta, aunque los abusos sean un lastre en sus vidas para siempre, aunque los daños hayan sido enormes, el entorno no asocia o no quiere asociar esas secuelas con el abuso.
Una persona q sufrió abusos cae en problemas mentales y, nunca o casi nunca lo relacionarán con aquello, que por mucho que digan y por mucho q hable la hipocresía social (tele incluída), este es un tema que "no es para tanto" y se infravalora demasiado por parte de todos.
Así de claro, las víctimas que no son apoyadas, no son víctimas. De ahí q muchos se excluyan y se alejen de todo.
Gracias Veronica. Mi experiencia es muy similar a la tuya. Yo también sali de la puerta de mi casa pero con 16 años y sin un duro y sin hablarlo con nadie. Negando a mi misma todo lo que me habia pasado a lo largo de 6 años. Mi padrastro se caso con mi madre porque tenia dos hijas y desde el día que vino a casa fui objeto de sus abusos. Nunca toco mi hermana, pero a mi me buscaba dos o tres veces cada semana. Cuando tenia 13 años encontrae el valor de decirselo a mi madre y me pegó un tortazo que casi me deja en el sitio. No volvi a hablar de ello hasta que tenia 30 años cuando sufri una crisis enorme, la cual provoco una cadena de intentos de suicidio. El ultimo siendo hace 5 años y luchaba por mi vida en la UCI sola y sin nadie.
Ahora todo es muy distinto. Tengo mucho apoyo y de hecho apoyo a otros victimas de ASI. Mi madre sigue sin admitir lo que me pasó con su ex marido. Nunca denuncié, nunca encontraba las fuerzas para tanto, pero ahora estoy en control de mi vida y mi familia no forma parte de ella.
Khatleen, no denunciasteporque eras una niña, y no era tu deber hacerlo, ni sabias como afrontar una sitación que no te tenía que haber tocado vivir.
De todas maneras me alegro de que estes bien, apoyate en quien quieras pero no te dejes caer nunca más. Porque eres una valiente, una luchadora. Mucho animo y no estas sola.
Hola, solo he entrado a decirte que hoy eres el patrocindor de mi post.
Un saludo
nela
http://laporteriadenela.blogspot.com/2010/04/victoria-beckham-y-sus-lacayos.html