Es difícil mostrarse optimista cuando se habla de abuso sexual infantil. La realidad es demasiado aplastante. La escasa información que poseemos suele estar distorsionada por prejuicios e ideas erróneas. Necesitamos muchas más trasparencia al hablar de un asunto tan delicado y con una prevalencia tan elevada; es decir, el número de casos existentes, cifra que nada tiene que ver con la que, por una u otra vía, sale a la luz.
Esta realidad es muy compleja y con muchas aristas, pero conviene ceñirnos fielmente a ella si en verdad queremos comprender porque las cosas son como son.
El enunciado menciona el engaño porque ya desde el principio la verdad se esconde desde todos los ámbitos, empezando por la propia persona afectada. Ya he descrito en diferentes ocasiones los motivos que subyacen en el silencio de la víctima, todos ellos perfectamente comprensibles. Pero no por justificables dejan de tener consecuencias indeseables.
Imaginemos que por la razón que fuera casi nadie denunciara el robo de un coche o en el interior de un piso. La opinión pública, a falta de esta información, pensaría que se trata de un delito anecdótico y que apenas tiene incidencia en la vida real. Y sería muy lógico que así lo hiciera. Pues algo parecido ocurre con los abusos sexuales infantiles.
¿Y con los casos que salen a la luz? Pues lo dicho, son escasos y entre ellos sólo una minoría son estimados como verdaderos. La mayoría se quedan en el camino por falta de pruebas. Según parece, ningún otro delito requiere tantas pruebas y tan contundentes. Por poco que escarbes en el sistema, la impresión que te llevas es que existe una mayor predisposición a apagar cualquier luz que no a iluminarlo para descubrir la verdad con todas sus consecuencias. Y es que el peso de las consecuencias sigue siendo demasiado grande.
El perfil del adulto que abusa de un menor, por más literatura que exista, no es nada fácil de determinar. Podemos hablar de ciertos rasgos más o menos comunes, pero siempre desde la convicción de que no existe un modelo universal que nos permita reconocerlo. Partiendo de esta premisa podríamos decir que el abusador suele ser un personaje con una importante capacidad para el engaño, lo cual no debe sorprendernos si nos atenemos a sus inclinaciones inaceptables para la gran mayoría. También es interesante apuntar que un porcentaje muy elevado de abusadores son varones, un dato que, considerando la sociedad en la que vivimos, no es un asunto menor.
Con estos datos podemos decir que el engaño es el sello del agresor y la predisposición a ser engañado la actitud más frecuente en todos aquellos que se ven involucrados en un caso de ASI.
Sin embargo a prácticamente nadie que se le plantee esta disyuntiva reconocerá la posibilidad de que semejante predisposición se dé en su caso. El que no lo haya vivido en su entorno mostrará un criterio sin fisuras y una absoluta visceralidad respecto a como lo abordaría en la hipótesis de verse involucrado. Por el contrario, a quien le ocurre, de poco le sirven los anteriores argumentos, y toda esa lógica indignación desaparece sepultada bajo el peso de las circunstancias. La predisposición a ser engañado se convierte en la perfecta coartada para eludir esas consecuencias tan incómodas e indeseables para el núcleo familiar. Todo esto es mucho más evidente cuando nos referimos a los abusos intrafamiliares.
El menor deja de ser el objetivo prioritario a preservar, por más que se escriba y se proclame. Poner en duda la certeza de los hechos es mucho más sencillo para todos, excepto para el niño y para el que denuncia.
La predisposición al engaño, quizá se deba a que estamos hablando de niñas y niños, incapaces de razonar temas, que hasta la adultez seguirán siendo así, de dificilísima comprensión.
Sin embargo, el abusador sabe con qué víctima y bajo que estrategias conseguirá hacer efectivo su abuso. Estudia al niño o niña, lo suficiente como para saber si su forma de engañar será efectiva con el infante. Aprovechará una situación emocional que relacione la dependencia del niño con sus protectores, lo someterá a un panorama, donde, si no está instruido, si no hemos articulado una protecciòn a priori, entonces lo acontecerá.
El abusador maneja la culpa del infante, casi nunca se le advierte su perturbación, jamás creeríamos que tiene tales intenciones, y que las lleva a cabo, serìa capaz de vivir y tener equilibrio entre su genio malévolo y su vida personal pública, no tiene empatía por el dolor ajeno, lloraría incluso, se pondría frío al ser descubierto, pero todo es un esquizoidismo de su naturaleza. No sentiría real culpa.
Pero quien ha sido víctima puede conocerlo. esa es el arma mas letal que han dejado: sabemos como operan, como se planifican, aunque no podamos entender con qué humanidad, antencede a sus atracciones oscuras. Para el abusado, todo es un laberinto en el que no tendrá mas elección que enredarse, sin conciencia muchas veces, pero con cierto desagrado y, posteriormente, esta hecatombe de reconocimiento del daño.
Definirlos a todos en un bloque es impreciso, es científicamente imposible, pero, ya que se conoce su operabilidad, que es casi comun, mediante el engaño y el manejo emocional del menor, entonces, tenemos que aprovechar ese tercer ojo, en contra de sus actos.
(Hay algunos que no manejan emocionalmente, ni engañan al infante, tan solo ejercen la fuerza y victimizan porque las victimas están desprotegidas... contra esos las armas son escazas, pero... creo que entre todos encontraremos la solución a estos problemas, por algún propósito, por duro que sea reconocerlo, estuvimos relacionas en estas siutaciones, salvar a otros, por ejemplo, no me rindo, yo lo creo así)
Joan hola tanto tiempo sin visitarte!!!
Creo que se hable hace que las personas denuncien, es impresionante la cantidad de casos que ván saliendo a la luz.
Pero así también quedan en la nada, escuché a un juez decir 'los jueces no están preparados'.
Siempre me pregunto, cuando el abuso es intrafamiliar ¿por qué la mamá no se dá cuenta?
Otro de los grandes problemas por aquí, tienen causas por abusos pero no ván presos, solo cuando el caso es resonante ahí toman medidas.
La realidad es que a los niños nadie los ampara y el perfil? no puede ser si es un excelente papá, un excelente amigo y demás.
Tal vez muchas cabecitas no puedan digerirlo, cuando preguntas, tolerancia 0, pero...
Espero te encuentres muy bien, la niña igualmente...los mejores deseos para vos