Cualquier persona puede hacerse cargo de lo terrible que resulta el abuso sexual para un niño. Es un suceso tan perturbador que a veces se adopta la postura de mirar hacia otro lado. Es como si de esta manera quisiéramos creer que el problema no existe o, como mucho, sólo existe en ambientes muy concretos y marginales, algo absolutamente falso.
Para el niño es un problema muy real, y de nada le sirve mirar a otro lado por más que lo intente. Los abusos se inmiscuirán en su vida, formando parte de ella hasta convertirse en un estigma difícil de erradicar en el futuro.
“No estoy a la altura, nadie puede comprenderme porque no vivió lo que yo pasé, me cuesta abrirme y expresarme, no sé que hacer con mi vida, soy peor que los demás y éstos se han encargado de hacerme saber o notar que, efectivamente, soy diferente, y por lo tanto, peor”.
Estas y otras sensaciones, para muchos, certezas irrefutables, nos convencen de las diferencias que nos separan del resto de las personas.
Cuando miras hacia atrás no puedes dejar de preguntarte que habría sido de tu vida si los abusos no hubiesen formado parte de ella. Nada puede hacerse para cambiar el pasado. Pero tampoco creemos estar en condiciones para construir ningún futuro que tenga sentido. Es entonces cuando el presente se desmorona sobre nosotros y nos hunde en ese mundo vencido que vamos tejiendo desde la soledad. El mundo que creamos, como si fuera el capullo de una oruga, para protegernos de esa indefensión absoluta que tanto nos abruma. Un mundo donde la insoportable realidad nos muestra como seres indignos, sucios y culpables. Personas condenadas a vivir en un silencio que nos destruye día a día.
Se dan pensamientos enfermizos. Llegas a pensar que los demás se van a dar cuenta de lo que has hecho, como si tú fueras el culpable, y no el agresor. La vergüenza y la culpa se convierten en largas condenas de las que, muchas veces, nunca logramos liberarnos. No hay escapatoria. No se percibe otra realidad que la surgida de las primeras etapas de supervivencia. Somos diferentes. Llegamos a creer que no valemos nada, que sólo servimos para eso, que no nos merecemos otra cosa. ¿Cómo vas a relacionarte con una persona normal? Tan pronto como averigüen el tipo de persona que eres, te abandonarán.
A veces intentas prestar atención, pero tu mirada se pierde en el vacío junto con las palabras de tu interlocutor, y tu imaginación se traslada a lugares que no tienen que ver con el momento que estás viviendo. Te acostumbraste a huir, y ahora la huida es un modo de vida. Tienes la sensación de que nadie te entiende. Crees que todo el mundo está en deuda contigo por algo que ni tú entiendes; quizá por lo que pasó hace mucho tiempo. Si tú estabas mal, los demás deberían saberlo. Deberían sentir lo que tú sientes. Deberían haberte rescatado... y no lo hicieron.
¿Soy realmente diferente?
En realidad todos somos diferentes. Sin embargo, para nosotros ser diferente se asocia a ser inferior. Así es como lo sentimos, y este sentimiento nos impide acceder a nuevos y mejores trabajos, a mejores amigos, mejores parejas y, en general, a una mejor vida. Una premisa indispensable para acceder a esa vida que anhelamos y que sólo nos atrevemos a soñar es transformarnos en alguien mejor.
El primer paso será volver al lugar donde se originó esa sensación que nos hace sentir diferentes. Como es obvio, eso significa regresar a la infancia, regresar a los abusos. Siempre ha habido un antes y un después. Los abusos cambiaron nuestro mundo radicalmente.
Las relaciones con aquellos que han pasado por lo mismo facilita la comunicación, pudiendo, además, hablar de este asunto con gente que lo entenderá sin sorprenderse ni escandalizarse. Esta complicidad es un auténtico bálsamo para nuestra atormentada existencia.
Ser mejor no es algo que se deba demostrar; es algo en lo que uno debe creer. Pero ser mejor nunca se hace en comparación con los demás, sino en comparación con uno mismo. Una vez ocurra eso, los obstáculos serán más fáciles de superar.
Buenas, Joan
Sólo comentarte una noticia que quizás te resulte llamativa sobre un campaña nueva llamada "No te calles ¡Habla!" lanzada en Méjico para inculcar la denuncia y la conciencia en la sociedad sobre abusos y casos de pornografía infantil. No sé, me resulta de especial atención para tu blog.
Saludos, Joan, y buen trabajo de nuevo.
http://www.oem.com.mx/elheraldodetabasco/notas/n998870.htm
La diferencia radica en los sentimientos. Tu mala experiencia infantil te hace diferente.
En lo demás, harás de ti aquello que te propongas. Serás como quieras ser.
Un saludo.
Es un "sentimiento" que se enraiza de modo muy contundente y que sólo entendiendo o encontrando la punta del ovillo..."El primer paso será volver al lugar donde se originó esa sensación que nos hace sentir diferentes. Como es obvio, eso significa regresar a la infancia, regresar a los abusos"...puede ir mutando o encontrando otras tonalidades.
Ni bien lei este articulo lo asocie con lo siguiente: ..hace poco menos de dos años recupere mi diario intimo y Ay!!! encontre pensamientos y sentimientos de esa niña que fui que ayudaron mucho a esta mujer adulta. Le escribia a mi diario como si fuera mi mejor amig@ confidente y Encontre frases como estas, que ilustran bastante bien lo que Joan acaba de escribir:
"Mi primer beso, no puedo explicar lo que senti, pero fue divino. Tambien te cuento que tengo miedo, mucho miedo a que las cosas no me salgan bien, a no poder darle todo lo que yo tengo aquí dentro...El se nota que me quiere...Pero me da miedo, hay cosas que me están pasando por primera vez y no sé si quiero descubrirlas, hay cosas que me lo impiden (vos sabes de que te hablo). No sé si me merezco que me amen, ni él, ni ningún otro chico, nunca voy a poder ser como ellos quieren que sean... nunca!! NUNCA ¡! Y nunca me van a enteder. Me re cuesta hacerle una caricia, decirle te quiero o darle un beso, tengo que vencer esta barrera que me separa, que yo hago que nos separe, cerrar los ojos y entregarme, PERO NO PUEDO y creo que NUNCA LO VOY A LOGRAR y me pongo a pensar en ESO y digo entonces que hago con él? Pero lo voy a intentar, si lo quiero, lo voy a intentar."
eso escribió "la niña que fui" a los 14 años.
Lore
Wow!.... eso si que llega... fue un lujo leerte, has dado justo en el clavo en todo lo que respecta a lo que a mi me pasa... [en especial en todo el ultimo parrafo antes del "Somos diferentes?"---] jeje...
Bueno... Joan, nos vemos en el foro capaz... (soy Deoz)...
28 años después yo sigo sientiendome diferente. Es una lucha a diaria que influye en mi persona. Hace que sea alguien extremadamente autoexigente. Nunca podré ser menos que los demás aunque tengan más experiencia o más estudios yo tengo que sentirme la mejor. Es un sentimento que me tortura ya que sé que soy irracional, pero cada vez que intento controlarlo, vuelvo al principio de nuevo. Me siento un fracaso, aunque en el fondo reconozco que he hecho más en mi vida y con mi vida que la mayoria de las personas en su viven el doble o triple.
No he pasado por el abuso sexual, logro comprender lo que se siente igualmente. Los años curarán ese sentimiendo de 'diferente'???...me he sentido así durante muchos años, a pesar de la terapia, no poder hablar de mi anorexia y bulimia, el maltrato infantil...he sentido que varias personas cargaban en un mismo envase, lo que hace muy duro el camino a recorrer. Hoy recuperada pero no curada, pienso si los años van diluyendo la rabia...besos a todos!!!